De acuerdo con algunas fuentes al haber nacido en el año 97 soy generación Z. Hay otras, que son las menos, que establecen que la generación millennial abarca hasta el año 1999, destinando el término centennial a quienes nacieron a partir del nuevo milenio. Siendo honesta, yo siempre me he sentido más “millennial” que “centennial”, pero cuando se trata de metas profesionales y oportunidades laborales, la generación se vuelve irrelevante: ambas han perdido acceso a prestaciones básicas en el trabajo.
Atención médica gratuita, vacaciones y tiempo libre, capacitación y fondos educativos, vales de ahorro y despensa, entre otros, son algunos de los beneficios laborales que más valoramos los trabajadores y que, sin embargo, las empresas cada vez ofrecen menos. Personalmente y a lo largo de mis años como empleada, me he dado cuenta que algunos de ellos son prescindibles, o bien fáciles de compensar por agentes externos. Siempre y cuando tenga lo que las personas de Recursos Humanos tan apasionadamente llaman “salario competitivo”, habrá necesidades que podré cubrir por mi cuenta, como la constante capacitación o el tiempo libre.
En primer lugar porque la mejor atención médica suele estar en las instituciones privadas, y para acceder a ellas deben pagarse cuotas que, a menos que no se adquieran en paquetes o con un respaldo financiero, resultan sumamente altas. En segundo lugar porque, al menos en México y en muchos países de Latinoamérica, el acceso a la seguridad social —que en teoría está garantizado por las instituciones o empresas contratantes— permite al gobierno llevar un registro sobre tu trayectoria laboral, lo cual se refleja en beneficios que, vistos a largo plazo, garantizan una vida digna.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), “el 18.7% de la población mexicana no cuenta con seguridad social o un seguro privado de salud”. Por otro lado, según estudios recientes llevados a cabo por la CONDUSEF sobre la protección financiera de las nuevas generaciones, 40% de los jóvenes menores de 25 años valora, más que nada, contar con un seguro de salud dentro de sus beneficios como empleados, mientras que el 39% busca que su empresa ofrezca planes de formación y otro 37% le gustaría tener a su disposición atención psicológica (en línea o presencial) como parte de los planes médicos que ofrecen las empresas.
Con respecto a esto último, otros datos señalan que, dado que los jóvenes fueron el grupo social y emocionalmente más afectado por la pandemia y sus efectos —los confinamientos y la falta de convivencia social con gente de su misma generación—, existe una creciente prioridad por el cuidado de la salud mental.
Esta situación se vuelve relevante en un contexto en el que, a la par que los beneficios de salud para los trabajadores por parte de las empresas han disminuido en los últimos años, también lo han hecho los salarios y las oportunidades laborales. Esto, aunado al crecimiento de la inflación, provoca que el llamado “gasto de bolsillo” entre la población sea mayor y que los recursos económicos sean insuficientes para cuidar y atender su salud física y mental.
El hecho de que las empresas ofrezcan un seguro de gastos médicos a sus empleados, adicional al seguro social, es algo que beneficia no sólo a los empleados, sino a las mismas empresas. Para la comunidad trabajadora un SGM representa un gran ahorro, ya que reduce costos de hospitalización, consultas con especialistas, planes de prevención, estudios en laboratorio, entre muchas cosas más. Por su parte, las empresas pueden deducir la contratación de este tipo de seguros como un gasto social, de modo que también obtienen ventajas fiscales.
Además, las aseguradoras suelen ofrecer mayores ventajas a las empresas o personas jurídicas que a aquellas que realizan una contratación individual.
Creo que hablo por toda una generación cuando digo que, en ocasiones, ofrecer a los empleados un seguro de gastos médicos como parte del paquete de prestaciones resulta en el mejor incentivo para que éste permanezca en la empresa o, de ser el caso, la elija sobre otras. Incluso estamos hablando de que puede ser una gran inversión, si lo que queremos como empresarios es mantener e impulsar el talento.
La forma en que lo veo es: entre más se respetan los derechos y se da valor al talento, mayor es el grado de compromiso de los empleados y, por ende, se brinda un servicio de mayor calidad. Las empresas deben pensar en ser hospitalarias hacia adentro y no sólo de dientes para afuera porque, así seamos centennials o millennials, algo que nunca pasará de moda para nosotros son los beneficios relacionados con el cuidado de nuestra salud física y mental, así como las oportunidades para crecer profesionalmente.
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