Los millennials son esa generación marcada por el auge de la tecnología y las crisis económicas que se dieron en todo el mundo al final del siglo pasado. Esto les ha hecho más propensos a desapegarse de los modelos tradicionales y, por ende, ser una generación más unida y diversa, pero hundida en deudas y con muy poca certidumbre sobre el futuro.
La extrema competencia, el bajo índice de empleabilidad y un promedio de ingresos reducido en comparación con las generaciones anteriores ha llevado a esta generación a ser la más endeudada de la historia. Gran parte de esta deuda se condensa en préstamos estudiantiles, lo que provoca que los jóvenes retrasen notoriamente el cumplimiento de objetivos que antes se alcanzaban con mayor facilidad, por ejemplo la compra de un inmueble / casa habitacional.
De acuerdo con estudios realizados por el banco de inversión Goldman Sach, la edad promedio para adquirir un bien inmueble pasó de ser de los 25 años a los 45. Además, no sólo las posibilidades económicas han moldeado el proyecto de vida de los millennials; también lo han hecho las dinámicas empresariales, que se traducen en formas de contratación insostenibles para los empleados.
En la actualidad, es muy común encontrar empleos por outsourcing, trabajos freelance y proyectos de emprendimiento con diversos esquemas de pago. Esto deriva en mucha angustia y ansiedad en los profesionales, no sólo por no contar con un esquema de cobro fijo, sino por estar inciertos con respecto a su retiro y acceso a una pensión.
El principal motivo por el que no se le da la importancia debida a este problema es porque muchos lo ven como algo lejano en el tiempo, por lo que no ven inconveniente en preocuparse hasta después. Sin embargo, de acuerdo con la encuesta ¿Qué piensan los millennials mexicanos del ahorro para el retiro? realizada por la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), sólo 5 de cada 10 encuestados respondió correctamente a preguntas básicas sobre finanzas. Eso, sin mencionar que aunque la gran mayoría presentó gran interés en los esquemas de jubilación, las mismas personas demostraron no estar llevando a cabo acciones concretas para garantizarse un retiro digno.
Como sabemos, los esquemas para obtener una pensión fueron modificados a partir del 1 de julio de 1997. Antes de esa fecha, quienes estaban inscritos en el Seguro Social —regidos por la ley de 1973— debían cotizar al menos 500 semanas a sus 60 años de edad para tener derecho a una pensión. No obstante, dicho modelo se volvió insostenible para el estado, y a partir de la fecha señalada se modificó el requisito por 1,250 semanas cotizadas (es decir, aprox. 25 años de trabajo) a la edad de 65 años.
No conforme con ello, también se ajustó el sistema de pensiones: pasó de estar en gran medida financiado por el estado a lo que se conoce como Afore, que es básicamente un modelo en el que los trabajadores se jubilarán sólo con los recursos que hayan acumulado en su fondo de ahorro.
Si consideramos todo esto para una generación cuya mayor parte de la población no genera antigüedad porque trabaja por outsourcing o como agentes libres (freelancers), salta de trabajos formales a informales constantemente en busca de crecimiento profesional, no genera aportaciones voluntarias a falta de un salario digno, no es absurdo pensar que llegado el momento las personas jubiladas difícilmente saldrán adelante por su cuenta.
A pesar de que las empresas tienen la capacidad de hacer aportaciones al Afore de sus empleados como una prestación adicional, esto tampoco es tan común puesto que las y los trabajadores suelen preferir que tal porcentaje se destine a un mayor sueldo, porque prefieren tener un mejor nivel de vida en el día a día que ahorrar.
El 74% de los millennials considera que una pensión aceptable debería ser superior a los 7,500 pesos; sin embargo, hasta ahora son muy pocas las personas que se perfilan para alcanzar esta meta. Por ello es importante que las personas, en especial las que pertenecen a esta generación, tomen conciencia sobre esta situación y entiendan la importancia de hacerse responsables de sus finanzas personales ya que, según parece, vivir a expensas de una pensión dejó de ser una opción.
Hasta ahora, la mayor contribución del gobierno ha sido comunicar la situación a los trabajadores e incentivar el ahorro voluntario. Pero estos esfuerzos no parecen suficientes.
Si bien no sólo los jóvenes deberían tener precaución sobre su retiro —ante esta situación el estado debería preocuparse por garantizar empleos y salarios dignos a todas las personas trabajadoras–, lo que sí les corresponde es educarse en materia de finanzas, administración y políticas públicas, y buscar instrumentos financieros para tomar el futuro en sus manos.
Ahorrar, invertir y aportar un extra a nuestra Afore es sólo una de las opciones. En el mercado financiero existen diversas opciones para invertir en nuestro futuro. Lo más importante es conocer tus finanzas: aprender a diferenciar entre necesidades y lujos te ayudará a llevar un mejor control de tus gastos y beneficiará tu situación financiera. Un gran consejo para comenzar a llevar finanzas más sanas es respetar tu presupuesto para gastos necesarios y estilo de vida, y poner límites con respecto a cada uno.
Una vez que has identificado lo anterior, podrás iniciar a buscar opciones o instrumentos para potencializar tu dinero. Una asesoría financiera con enfoque en necesidades y administración de riesgos te ayudará a conocer más a fondo tu situación, desde una perspectiva profesional. Recuerda que para salir adelante y llevar una vida plena es necesario establecer objetivos, y para cumplir esos objetivos debemos aprender a administrarnos. Por lo que la pregunta es: ¿sacrificarías un poco de tu estilo de vida para garantizar un futuro, o sacrificarías tu futuro?
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